dissabte, 22 d’octubre del 2011

MODERNISMO Y FE BAHÁ'Í


Intervención en el Parlamento Catalán de las Religiones
Perpignan (Francia) ,junio 2011

Para los que no conozcan la Fe bahá'í, brevemente diremos que se trata de una religión monoteísta, nacida en Irán en el siglo XIX y que tiene raíces abrahámicas, dado que comparte lo esencial de las religiones de esta rama y,además, sus fundadores, el Báb y Bahá'u'lláh, eran descendientes de Abraham.El Báb era un siyyid, es decir, descendiente de Mohamed, y Bahá'u'lláh era descendiente de Abraham a través de su tercera esposa Cetura.

Al ser una religión con poco más de 150 años sus enseñanzas y principios básicos tienen mucha actualidad y proponen soluciones a la mayoría de retos a los que nos enfrentamos.

La religión como proceso de revelación progresiva.

Desde el punto de vista Bahá'í la religión se contempla como un proceso evolutivo y continuo en la historia de la humanidad. Mientras la parte más espiritual es prácticamente compartida entre todas las religiones, la parte que se refiere a las prácticas ya las relaciones sociales varía de acuerdo con las necesidades de cada época y las condiciones del lugar donde cada religión se desarrolló históricamente.

La evidencia más patente que las religiones comparten gran parte de sus principios morales y espirituales es la conocida regla de oro que en el caso Bahá'í se puede sintetizar en el siguiente fragmento de los escritos de Bahá'u'lláh: "Bendito es aquel que prefiere a su hermano antes que a mismo, ya que es verdaderamente parte del pueblo de Bahá ".

En cuanto a las cuestiones referidas a la práctica de la religión y su influencia en la sociedad, las escrituras bahá'ís dicen que "El remedio que el mundo necesita para sus aflicciones actuales no puede ser nunca el mismo que pueda requerir una época posterior"."Preocúpate fervientemente de las necesidades de la edad en la que vivís y centraros sus deliberaciones en sus exigencias y requerimientos ".

Esto implica que las religiones no deberían mantenerse aferradas a prácticas que por las cambiantes circunstancias de cada época van quedando desfasadas. En consecuencia, por una parte, las religiones deben ir evolucionando y adaptándose- de lo contrario pueden evolucionar hacia diversas formas de fanatismo-, y por otra implica una flexibilidad que ha de permitir la aceptación de nuevas expresiones de la religión si aportan soluciones reales a los problemas de la sociedad del momento. Obviamente la esencia espiritual compartida por todas las religiones debe mantenerse ya que al fin y al cabo, desde el punto de vista bahá'í, sólo existe una sola religión que, sin embargo, se ha manifestado en expresiones diferentes dependiendo del contexto histórico y social del momento en que aparecían.

Modernismo, postmodernismo, transmodernismo ...

Desde el punto de vista Bahá'í la humanidad evoluciona de una manera orgánica. Así pues, no podemos hablar de un proceso lineal sino de una evolución con ciclos que incluyen períodos de plenitud y de decadencia, momentos cuando algunos aspectos del desarrollo eclosionan con fuerza mientras otros parecen atrofiados para posteriormente aparecer. Por lo tanto, los cambios que se producen son complejos e implican todos los aspectos de la sociedad.

En cuanto a la época actual, los bahá'ís la ven como un periodo de transición donde desaparecen elementos que poco a poco han quedado desfasados y aparecen nuevas concepciones del mundo originadas por una nueva situación que engloba, por primera vez en la historia, toda la humanidad. Un punto de cruce de civilizaciones de raíces en muchos casos milenarias que se ponen en contacto para crear – todavía no del todo conscientes- una nueva civilización global, no sin las naturales resistencias que son las causantes de una situación de larga crisis a nivel económico, social, filosófico, moral o religioso, y cuestionando todo lo construido a lo largo de los siglos, tanto los elementos que pueden ser y serán perdurables como los que definitivamente deberán quedar en la historia como pasos temporales fruto de periodos de decadencia, o que habiendo sido útiles ahora han quedado desfasados. En este sentido, desde un punto de vista filosófico estaríamos hablando de una situación de transmodernitat donde existe un gran desafío que es la globalización, un concepto aún polémico dados los temores hacia una uniformidad y por otro los temores a la diversidad.

En esta complejidad podemos comprender la cantidad de fenómenos sociales que confluyen en la actualidad y que cuestionan la religión equiparándola al mito o a una creación humana originada en la necesidad de dar respuestas a temas que ahora la ciencia y la tecnología pretenden ofrecer.

En los escritos bahá'ís a menudo se compara la evolución de la humanidad con el crecimiento de un niño desde la infancia hasta que llega a su madurez. En esta evolución la religión otorga la fuerza moral por los cambios que habrá de necesitar en cada etapa.

En el ser humano son los padres quienes tienen la autoridad moral. Durante una primera etapa el niño requiere instrucciones directas, básicamente "eso sí", "esto no", posteriormente los cuentos, las fábulas e historias fantásticas son fundamentales. Más adelante se va entrando una edad más convulsa, la adolescencia, donde se cuestiona todo el aprendizaje anterior y se produce el inicio de la independencia respecto a los padres para, poco a poco, llegar a una edad de madurez.

Del mismo modo, durante las primeras etapas de la evolución de la humanidad las religiones han dotado a la humanidad de principios rígidos. Más adelante las historias, como las parábolas, han constituido un elemento fundamental en la comprensión de realidades morales y espirituales más complejas, hasta que en un proceso de crecimiento orgánico y complejo llegamos a la actual situación de adolescencia de la humanidad donde se ha dado la vuelta y cuestionado todo el conocimiento antiguo, todas las nociones y principios morales adquiridos, donde el hombre intenta independizarse creando nuevas ideologías de corte materialista, como el fascismo o el comunismo, o sacralizando el deporte. Es el momento en que la ciencia y la religión parecen separarse -si bien no completamente- buscando un nuevo sentido. Los seres humanos se sienten el centro del universo y en cierta medida se alejan incluso de las nociones espirituales que les han servido de guía y luz durante siglos.

Sin embargo, después de la adolescencia -una época realmente de agitación, de crisis- y traspasando la juventud, un hombre o mujer llenan a su plenitud, la época de la madurez, en la que recupera muchos de los conocimientos anteriores, situándose en una nueva dimensión y siendo capaz de crear un nuevo mundo.

Podríamos decir que esta concepción de la adolescencia de la humanidad se correspondería aproximadamente con las descripciones que los filósofos y pensadores han denominado como modernismo y sobre todo el post-modernismo. Por lo tanto, llegar a la madurez implica superar estas etapas de modernismo y post-modernismo para entrar, si queremos expresarlo así, en una transmodernitat. En los escritos bahá'ís la transmodernidad podría relacionarse con el concepto de Nuevo Orden Mundial del que se definen no sólo el espíritu que lo anima, sino también los elementos necesarios para su funcionamiento. Sin embargo, no se trata de una visión acabada, y con el tiempo la estructura básica de este Orden debe adornarse de aquellos requerimientos, en ocasiones temporales, que la situación de la humanidad vaya necesitando.

Como la llegada a la madurez no es un proceso lineal, en la actualidad coexisten señales de desintegración (adolescencia) y señales de integración que se corresponden mejor con una etapa de madurez. Entre las señales de desintegración se encuentran la corrupción que contamina todos los niveles de la sociedad, el aumento de la conflictividad social, la competencia desenfrenada o el consumismo descontrolado, que producen tantas injusticias entre las personas y los pueblos del mundo. Señales actuales de madurez son el incremento de la solidaridad, la proliferación de organismos internacionales, la creciente interdependencia de los pueblos, la preocupación por el futuro, la mayor conciencia global o las iniciativas de diálogo interreligioso.

Algunas consideraciones sobre el Nuevo Orden Mundial

La característica fundamental del nuevo orden mundial que está por venir es, desde el punto de vista bahá'í, la unidad de la humanidad, que no debe confundirse con ningún intento de uniformización de la humanidad, y que debe preservar la riqueza que constituye la amplia diversidad humana.

Esta unidad -que se alcanzará en varias etapas- incluye momentos de crisis y sufrimiento resultantes de la resistencia de ideologías que se niegan a perder su influencia basada en el poder económico y político; de la aún persistente influencia de prejuicios que actúan a la sombra o no, como el nacionalismo desenfrenado o el racismo, de la actuación de un marco conceptual con preceptos preconcebidos erróneos que de manera inconsciente a menudo paraliza la voluntad de avanzar. Así pues, avanzar en los procesos de integración es más un acto de necesidad o de supervivencia, que un acto de voluntad, aunque las masas claman con su indignación la transformación del sistema de organización mundial actual que ya no satisface las necesidades de la humanidad.

Abdu'l-Bahá señaló a principios del siglo XIX algunas de las diferentes unidades que se deberá alcanzar, y cada una se encuentra en diferentes estados de evolución. La unidad de las naciones es un proceso que se va consolidando mediante las uniones económicas a nivel continental y a medida que las personas toman conciencia de pertenecer a un mismo mundo; la unidad de las religiones toma forma en la medida en que masas de creyentes se aperciben que en lo fundamental todos compartimos unos principios básicos comunes y el movimiento de diálogo tomando impulso; la unidad en la libertad que empezó con el fin del colonialismo, tiene su continuidad en los movimientos de autodeterminación, ya que no pueden existir pueblos supeditados a otros para llegar a una unidad mundial; la unidad de idioma que ya ha contado con numerosos intentos, es cada vez más una necesidad derivada del hecho de que los medios de comunicación y transporte han convertido el mundo en vecindario; la unidad en diversidad, que implica el reconocimiento de la aportación que los pueblos del mundo pueden realizar a una civilización común; y la unidad en las empresas mundiales, que nos lleva a contemplar los desafíos que afronta la humanidad como retos comunes cuya solución únicamente puede darse a nivel global dada la creciente interdependencia entre los pueblos, son algunos de los hitos a conseguir en el camino hacia la unidad de la humanidad.

La Fe bahá'í, un modelo a estudiar

Para los bahá'ís, los elementos básicos del Nuevo Orden Mundial son eminentemente espirituales y forman parte del corpus doctrinal de su fe. Por ejemplo, la igualdad entre hombre y mujer no es un postulado sociológico sino que es verdad revelada respecto a la naturaleza humana con implicaciones en todas las relaciones humanas. Lo mismo ocurre con el principio de unicidad racial, la educación universal, la libertad de pensamiento, la protección de los derechos humanos, el reconocimiento de que los recursos de la tierra son un fideicomiso de todo el género humano, la promoción de la investigación científica, o un principio tan práctico como un idioma internacional auxiliar que promueva la integración de los pueblos de la tierra.

Para todos aquellos que responden al mensaje de Bahá'u'lláh, estos y otros preceptos similares revisten la misma autoridad irresistible que los mandamientos de las escrituras que prohíben la idolatría, el robo o el falso testimonio.

Dentro de este contexto cabe destacar el papel social que se le da a la religión. Bahá'u'lláh escribió: "La esencia de la fe es ser prudente en las palabras y abundante en hechos. Aquel cuyas palabras exceden sus hechos, sabed que en verdad su muerte es mejor que su vida ".

De hecho, para los bahá'ís, la posición más elevada que puede alcanzar una persona es la posición de servicio. No es mejor quien más tiene, sino quien más sirve a la humanidad. De esta manera el "yo" queda supeditado al "nosotros". La aspiración de una persona, su afán de superación, va dirigido a metas nobles que favorecen el bien común.

Puede entenderse por ello el esfuerzo que todas las comunidades bahá'ís hacen a nivel de barrio. La transformación espiritual de colectivos cada vez más grandes y la acción social mediante pequeños proyectos de acuerdo a los recursos disponibles son algunos de los objetivos que buscan estos esfuerzos. La experiencia obtenida dentro de un proceso de acción-reflexión debe permitir con el tiempo influir en el discurso social. El núcleo de este empuje lo constituyen reuniones de carácter espiritual y de oración, la realización de actividades de educación moral para niños, la creación de grupos pre-juveniles que emprenden pequeños proyectos a nivel de barrio, y círculos de estudio para capacitar personas hacia el servicio a la humanidad.

Si además tenemos en cuenta que en la forma de organización bahá'í no existe ningún tipo de casta sacerdotal y que la toma de decisiones se realiza en consulta y buscando la verdad y la unanimidad por parte de instituciones escogidas en un ambiente espiritual y democrático, nos encontramos en un modelo, aquí sólo esbozado, digno de estudio.

Para concluir

Nos encontramos en una época de convergencia y al mismo tiempo de crisis donde todas las presuposiciones del pasado se cruzan unas con otras y todas son cuestionadas. Los marcos conceptuales que durante generaciones han servido, ahora ya no tienen fuerza de continuidad. Las reacciones generadas en consecuencia son algunas de carácter destructivo y otras alimentan la construcción de un orden a nivel global. Es una época convulsa que podemos asociar a un estado de adolescencia de la humanidad pero que debe conducir necesariamente a una etapa de madurez donde las virtudes y potencialidades de los pueblos del mundo puedan resurgir con el máximo esplendor.

Las personas que nos auto-definimos como religiosas tenemos una importante responsabilidad en ayudar a que el espíritu de unidad aumente reconociendo que son muchos más los puntos que nos unen que los que nos separan, y que las diferencias responden a expresiones diversas y legítimas originadas en las especificidades propias del momento y del lugar en que cada tradición religiosa apareció y a la necesidad de adaptación a lo largo del tiempo, creando diferentes interpretaciones dentro de las mismas ramas religiosas.

Ya que en el último siglo y medio las diferentes fuerzas sociales, la ciencia y el pensamiento han dado la vuelta al mundo respecto a cómo se veía durante siglos, y que ello ha llevado a la humanidad a un alejamiento de la religión, es necesario que nuevamente se dote de espíritu este mundo que ya está preparado físicamente para la globalización, pero que enferma por la falta de una visión común y unida de la humanidad.

Como Bahá'u'lláh escribió a mediados del siglo XIX, "Pronto el orden actual será enrollado y uno nuevo será desplegado en su lugar".

Este es un proceso ya imparable y las religiones nos corresponde no perder el tren para no alargar los sufrimientos de la humanidad y hacer que el nuevo orden llegue lo antes posible.

Luis Cirera Font, septiembre 2011